Tiempos de Crisis

Una mirada a todo lo acontecido durante el año 2020 revela que hemos experimentado una variedad de fenómenos y circunstancias que han trastocado la seguridad y confianza que antes disfrutábamos. Diversos eventos ocurridos recientemente tales como, la aparición inesperada de terremotos, la temporada de huracanes, la pandemia del COVID-19, la implementación de la cuarentena y el distanciamiento social han modificado nuestro estilo de vida y socialización. Por lo tanto, no es sorpresa que estos lamentables eventos hayan tenido un impacto alarmante en la incidencia de desórdenes emocionales asociados a depresión, ansiedad y estrés postraumático, lo cual a su vez está asociado con mayores niveles de malestar psicológico, violencia e ideas suicidas (Hoassin et al., 2020; Hoassin, Sultana & Purohit, 2020). En la revisión de Serafini et al., (2020) se documenta una variedad de consecuencias psicológicas que son comunes entre la población en general debido al COVID-19 y la cuarentena, tales como: mayor angustia, aburrimiento, aislamiento social, frustración, sentimientos de soledad, dificultad en tomar decisiones, irritabilidad, desesperanza, incremento en consumo de alcohol y sustancias controladas, reducido contacto con otros, pérdida de hábitos y conductas suicidas. También, se han documentado factores de riesgo que pueden contribuir a la exacerbación de síntomas psicológicos como lo son la información inadecuada provista por el gobierno y las autoridades en salud pública (Braunack-Meyer et al., 2013; Di-Giovanni et al., 2004) y la escasez de servicios esenciales (Jeong et al., 2016). Además, el incremento drástico de hospitalizaciones durante los pasados meses ha impactado significativamente el bienestar emocional de los profesionales de la salud al ser una de las poblaciones de mayor riesgo debido al contacto directo con pacientes contagiados, sin sumar el aumento desmedido de demandas laborales y el miedo/ansiedad hacia el contagio del COVID-19 (Lu et al., 2020).

Por otra parte, se ha documentado que diversas regiones en el Caribe han experimentado un impacto económico sin precedentes durante este año. En un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2020) se proyecta una disminución en las economías del Caribe de aproximadamente un 2.5%, debido a la reducción de servicios turísticos. A su vez, esto podría incrementar drásticamente el desempleo y la pobreza, dado que el sector del turismo es una importante fuente de empleo en la región del Caribe. Ciertamente dichos eventos podrían comprometer la salud emocional de la población en general. Por ejemplo, el metaanálisis de Paul y Moser (2009) de 140 estudios, indicó un incremento en el malestar psicológico en personas después de la pérdida de un empleo. También, el metaanálisis de Milner, Page y LaMontagne (2014) mostró una asociación significativa entre desempleo y conductas suicidas. Más recientemente, la revisión sistemática de 17 estudios realizada por Bartelink et al., (2019) encontró una asociación entre desempleo y pobre salud mental en jóvenes mediante el incremento de síntomas depresivos y ansiosos. Finalmente, el desempleo está correlacionado con incremento de tasas de crímenes (Rege et al., 2019). Estos datos son preocupantes desde un punto de vista de salud pública.

Según lo mencionado, se podría sugerir que actualmente vivimos en tiempos de incertidumbre y crisis donde la pérdida de control se ha convertido en parte de nuestra vida diaria y cotidiana. Por ejemplo, nos levantamos en la mañana y lo primero que observamos en la televisión son noticias desalentadoras acerca de terremotos, incremento de contagios y conversaciones sobre la posibilidad de implementar nuevas estrategias para “controlar” la propagación del virus. Vivimos con la incertidumbre sobre una aparición súbita de un terremoto mientras dormimos en la noche y caminamos durante el día con temor de ser contagiados por la pandemia mientras realizamos nuestras diligencias. Vivimos con el temor de poner en riesgo no solamente nuestra salud, sino también la de nuestros seres amados.

Tiempos de Injusticia

A pesar de los grandes esfuerzos y adelantos realizados en búsqueda de promover la justicia social, aún queda un largo camino por recorrer. Diversas manifestaciones de injusticia todavía permean en el corazón de la sociedad tales como, las disparidades de salud, racismo, xenofobia, clasismo, sexismo y homofobia, entre otros. El término “disparidades de salud” se refiere a “diferencias evitables en las oportunidades para alcanzar salud óptima en grupos desventajados” (Center for Disease Control and Prevention, [CDC] 2015). Se ha documentado que algunos de entre los diversos grupos desventajados que tienen acceso limitado y beneficio a los servicios de salud esenciales se encuentran los afroamericanos/negros (American Society of Clinical Oncology, 2015), adultos mayores, adultos con bajo ingreso económico (CDC, 2017), comunidad LGBTQQ+ (Mental Health America, 2016a), latinos/hispanos con desórdenes mentales (Mental Health America, 2016b) y caribeños (Sastre et al., 2014).

También, durante este año ha sido evidente cómo el racismo y la xenofobia hacia los chinos ha incrementado de forma alarmante a través de manifestaciones de microagresiones y violencia contra dicha población debido al COVID-19 originado en China (European Center for Disease Prevention and Control, 2020). Hemos sido testigos de brutalidades policiacas cometidas contra los negros debido a la influencia del racismo y la supremacía blanca en los Estados Unidos (Along et al., 2017) a tal nivel que se ha estimado que alrededor de 200 personas negras sufren de brutalidad policiaca en dicho país (Bor et al. 2018). Además, la violencia entre parejas heterosexuales y homosexuales también se ha convertido en un problema de salud pública que requiere atención inmediata (Rolle et al., 2018; World Health Organization, 2013). Estos datos representan solamente algunas de las diversas manifestaciones de las desigualdades sociales e injusticias que imperan en las sociedades y las cuales a su vez, impactan negativamente el colectivo.

Tiempos de Esperanza

De igual forma, merece atención reflexionar sobre los eventos positivos que recientemente han salido a la luz pública. Primero, una serie de noticias alentadoras sobre las vacunas para el COVID-19 reflejan una luz de esperanza para combatir la pandemia. Recientemente, se comenzó la primera fase de implementación de vacunas entre los profesionales de la salud y se espera que el número de personas vacunadas en la población general aumente durante el próximo año. Segundo, gracias al desarrollo de programas virtuales avanzados, actualmente existe una cantidad significativa de profesionales de la salud adiestrados para ofrecer sus servicios a través de la telemedicina y telepsicología desde su hogar. Esto representa un avance significativo para ampliar el acceso a los servicios de salud a poblaciones socialmente desventajadas que no cuentan con los recursos para transportarse. Tercero, recientemente ha salido a la luz un cuerpo robusto de investigaciones enfocadas en explorar los factores protectores y de riesgos para la salud mental y física en tiempos del COVID-19 y el distanciamiento social. Dichos estudios aumentan nuestra comprensión sobre las estrategias adaptativas y maladaptativas que podrían impactar nuestra salud integral y a su vez, fomentan esperanza para afrontar esta época de crisis.

Por otra parte, gracias a las investigaciones realizadas en el campo de la psicología positiva, actualmente tenemos un mayor entendimiento sobre diversos elementos que podrían impactar positivamente la salud mental en tiempos de crisis e incertidumbre tales como: el significado/propósito en la vida, la gratitud, el optimismo y la esperanza, entre otros. Centrando nuestra atención en lo que es la esperanza, ésta ha sido definida como “un estado de motivación positiva basado en tres componentes: objetivos (metas a alcanzar), rutas (planificación para lograr estas metas) y agencia (motivación dirigida hacia estos objetivos)” (Snyder, 1991). Schiavon et al. (2016) revisaron sistemáticamente estudios que exploraban el impacto de la esperanza y el optimismo en el tratamiento de condiciones crónicas. Los estudios revelaron que la esperanza se asoció con conductas saludables/adaptativas y a su vez aportó al tratamiento médico de dichas condiciones. Más recientemente, la revisión sistemática de 290 investigaciones realizada por Leite et al. (2019) reveló que la esperanza está asociada con menos sintomatología depresiva. Estos hallazgos sugieren que la esperanza es una dimensión relevante para la salud física y mental de las personas.

A pesar de que actualmente vivimos en una época de crisis con diversas manifestaciones de injusticia, también vale la pena recordar todos los elementos y experiencias que nos han fortalecido durante este año. Es importante implementar en nuestras vidas el ejercicio de la gratitud. Es probable que no nos sintamos agradecidos por los momentos de oscuridad, incertidumbre e injusticia que hemos vivido, pero quizás podamos sentir agradecimiento por las personas que han estado junto a nosotros en este camino. También, podemos sentir agradecimiento por las metas que pudimos alcanzar dentro de las circunstancias dadas y por las experiencias que hemos vivido durante este tiempo las cuales aportaron a nuestro crecimiento. Reconocer nuestras emociones y aceptarlas junto a nuestra nueva realidad son herramientas fundamentales para vivir una vida con significado/propósito, agradecimiento, optimismo, fe y esperanza. De esta forma, podremos afrontar y manejar adaptativamente los eventos estresantes en la vida diaria. Me parece que, más allá de lo que podemos controlar y observar, ciertamente podemos fomentar esperanza en los demás y en nosotros mismos para juntos poder construir caminos hacia un nuevo amanecer.

Presentación del Volumen 4, Número 3

Este último ejemplar del 2020 contiene un nutrido y variado número de artículos, tanto investigativos como teóricos. El primer artículo de Otero-Cordero y colaboradores examina si la angustia psicológica y la satisfacción sexual median la relación entre la disfunción eréctil y la calidad de vida, y si la disfunción eréctil se relaciona con el tratamiento que esté recibiendo la persona para tratar su condición. Este artículo aporta importantes datos a la literatura científica sobre el impacto que tiene la disfunción eréctil en la salud mental y sexual de los pacientes que padecen de cáncer de próstata en Puerto Rico. El segundo artículo del psicólogo dominicano Carlos R. Hernández, el psicólogo puertorriqueño Ernesto Rosario-Hernández y el psicólogo cubano Alexis Lorenzo Ruiz describen las actitudes, comportamientos y conocimientos en la práctica psicológica basada en la evidencia en una muestra de psicólogos clínicos en la República Dominicana.

En el tercer artículo la doctora Valdez-Pimentel y los doctores Martínez-Taboas y Pedrosa exploran los síntomas de depresión, estrés postraumático y las estrategias de afrontamiento ante una victimización y la relación entre estas variables con la población de adultos víctimas de crimen residentes en Puerto Rico. Los autores concluyen que las víctimas de crimen muestran diversos perfiles sintomáticos y que su forma de enfrentarse al trauma es variada y multidimensional. El cuarto artículo del doctor Reyes presenta los resultados de un estudio cualitativo que explora el significado de la experiencia de violación sexual conyugal que han sufrido mujeres adultas puertorriqueñas en pasadas relaciones de pareja. El doctor Reyes afirma que aún se requieren procesos educativos respecto al género que socaven las ideas de subordinación de la mujer como posible basamento ideológico para su victimización sexual.

En el quinto artículo, los doctores Hernández Carrasquillo y González Tardí analizan cómo el afrontamiento religioso utilizado por los adultos mayores incide en la motivación para asumir los retos de la jubilación. Este es un interesante artículo que aporta al desarrollo de la psicología de la religión en el Caribe. El sexto artículo de Hernández-Bello explora la experiencia de violencia obstétrica de 10 mujeres adultas puertorriqueñas. La autora explica que la violencia ejercida provocó silencio, autodeterminación penalizada, desinformación e incertidumbre en las participantes del estudio durante su parto.

El séptimo artículo de los doctores Mercado-García, Rosario-Rodríguez, Fuentes-Sumaza y Cruz-Félix tuvo como propósito principal desarrollar una medida para medir la percepción del síndrome de cronos y examinar sus propiedades psicométricas. En el octavo artículo, la doctora Cedano y colaboradoras analizan los aspectos relacionados a la presentación del autismo en féminas, presentan las condiciones comórbidas en esta población y examinan los retos asociados a los procedimientos diagnósticos. Las autoras enfatizan en la importancia de que los clínicos desarrollen competencias para la evaluación, diagnóstico y tratamiento efectivo de las féminas con autismo.

El noveno artículo de Carlos R. Hernández pone en relieve los aportes de la Fundación para el Desarrollo de la Psicología en el Caribe (FUNDEPSIC) al fortalecimiento de la psicología en la República Dominicana y a los países de la región caribeña. Y, por último, este número culmina con una interesante Carta al Editor redactada por la psicóloga puertorriqueña Muñoz-Berrios que expone el abordaje en los procesos de duelo en tiempos de COVID-19.

Novedades de la Revista

Gracias al incremento de manuscritos recibidos, la revista continuará publicando tres números al año (enero-abril, mayo-agosto y septiembre-diciembre). La revista continuará con convocatoria abierta todo el año para recibir manuscritos. Recordamos que los artículos deben someterse en formato Word y en estilo APA 7ma edición. Todo artículo debe ser sometido a través de nuestra página web. Les invitamos a seguir patrocinando la revista, tanto a los lectores asiduos como a los autores.

Por último, uno de nuestros editores asociados, el Dr. Orlando M. Pagán-Torres, por encomienda del Editor en Jefe, el Dr. Juan Aníbal González-Rivera, estará a cargo de un número especial sobre Historia de la Psicología Caribeña. Este número especial se proyecta para publicación en diciembre del 2021. Invitamos a aquellos autores que deseen presentar manuscritos relaciones a la historia de la psicología en el Caribe o relacionados a los países que comprenden esta región, que se comuniquen con el Dr. Orlando Pagán vía correo electrónico orlando.m.pagan.torres@gmail.com.

REFERENCIAS

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